18 mar 2010

La Máquina; el juego. Quizá...


Ahora los días son más cortos, las noches mas largas. El horario cambió, quizá fui yo. El día me parece una perdida de tiempo, nada bueno sale de él; en cambio, en la noche, siempre hay una energía que todo lo transforma, reivindica la realidad, a veces hasta la supera. Puede ser a través de un sueño, una película, un concierto, puro sexo, una conversación, una cena, una fiesta, un recital, un bar, un accidente... Todo puede pasar, es cuando todo ocurre, la mayoría de los grandes sucesos históricos se han fraguado, por lo menos, en la amplitud de la oscuridad, la oscuridad matutina: fresca y oscura. Familia, me hace sentir en casa.

No tiene rumbo, ni punto de comparación. No inicio, no final. Una máquina del tiempo, mi espacio personal para divagar hasta la muerte, ¿o es en realidad el nacimiento? Quizá la muerte del inicio, porque nada nunca comienza, y me lo imagino. Oh, eterna disputa infinita sobre lo que comienza y/o termina. ¿Cómo, dónde, cuándo y por qué? Porque ¿Por qué parece que estuviera diciendo algo, pero en realidad no digo nada? Quizá todo esta dicho y ya no hay nada que agregar. Quizá tenga algo que decir pero no me animo. Todos sabemos como terminará, como algo que nadie estaba buscando desde un principio. Entonces ¿para qué comenzar algo que terminará mal? No es ser negativo, tampoco positivo; el nuevo lema que he tomado (si, quizá timado) el control de mi vida: "las cosas como son". Son, son, son, las cosas, como el click, click, clack del reloj, que pasan, pasan, pasan y nunca van a volver. Así es, así es el tiempo, que primero eran tres. Ahora, fíjate, son dos. Y si continuo será uno y esa es la pura realidad. No hablo de egoísmo ni maldad. El uno, la singularidad, individualidad. Es lo que cuenta al final del día: la noche. La noche. ¡Ja! La noche. Una sola, que está consciente que "solos nacemos y solos morimos", de nadie dependemos y nunca lo haremos. Ella te enseña, te cuida, te golpea. Pero ¡hey, hey, hey! Si, de a tres, de nuevo. Solo te hablo de este mundo, del físico, de la gente, gente de mierda. Arquetipo del desastre y el único pregonero que se le anticipa, es aquel al que la mayoría le huye, y por no conocerlo se burlan y lo ignoran sin saber que están omitiendo la mejor parte de este peo. Quizá el alivio de la noche. El precursor. El final. Todo. Nada.

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